lunedì 11 marzo 2024

Las primas cubanas



El nombre de Mariano iba danzando por mi cabeza desde que era niña. En verano, por las tardes, mientras todos dormían la siesta yo solía registrar los cajones de la cómoda del dormitorio de Francisco Defaus Marés, mi abuelo materno. El cajón que me estimulaba más curiosidad era el primero, donde había documentos notariales, que en su mayor parte eran testamentos. Me subía a una silla y sacaba los papeles.

Me emocionaba leer cuentos e historias y aquellos documentos contenían muchas. De los más antiguos, los del siglo XVIII, no entendía casi nada pues la tinta estaba descolorida y la letra era retorcida e indescifrable, sin embargo los del siglo XIX estaban escritos con una caligrafía más clara y eran más fáciles de leer. En alguno de principios del siglo diecinueve salía un tal Mariano Defaus Segarra. Pero el que más me llamó la atención fue un testamento de 1887 en el que se citaba a mi bisabuelo Francisco y a sus hermanos, Mariano, María e Isidro Defaus Moragas. Todo iba para el heredero universal y a los demás hijos les tocaba bien poco, a Teresa Moragas, la esposa, nada. En otros papeles notariales de 1898, año en que murió José Defaus Ballesté, también salía el nombre de Mariano y el de sus hermanos.

A principios de los años sesenta, cuando tenía cinco o seis años, enfermaba cada dos por tres de anginas y tenía que guardar cama varios días, entonces me inventaba historias extraordinarias, mis favoritas eran viajes por los mares, mi cama era mi navío. Cuando remaba mi barco con una percha no podía imaginar que en el siglo pasado un hermano de mi bisabuelo se fuera a la mar.

En mi familia no había ni viajeros, ni aventureros, todos habían sido y seguíamos siendo, personas quietas y sedentarias. Durante siglos, por lo que he podido averiguar, la mayor parte de mis ancestros nacieron y murieron en el pueblo de Malgrat. Hasta hace pocos meses nadie sospechó que uno de ellos se embarcó y se fue a ultramar. Sin embargo en la casa de los Defaus no existía ningún documento que lo atestiguara. Nadie nos habló del pariente que se fue a Cuba.

A los dieciocho años yo me marché del pueblo para ir a estudiar a Barcelona, en la Universidad y a los veintiuno me fui a vivir a Italia. Durante mucho tiempo me olvidé de mis antepasados, hasta que un día, tenía unos cincuenta años y seguía viviendo en el extranjero, escribí un cuento de un episodio que mi padre, que por aquel entonces era viudo y tenía más de noventa años, me contó sobre los abuelos de mi madre. Desde Firenze no podía consultar los papeles y al escribir el relato confundí los nombres de los bisabuelos, pero cuando caí en la cuenta de mis errores y los corregí.

A finales de febrero de 2023, recibí un mensaje de María Rosa, una de mis primas, que vive en Malgrat, contándome que había encontrado por la calle a Jordi Defaus, otro primo nuestro. Jordi le dijo a M. Rosa que una muchacha cubana le había escrito un mensaje en sus redes sociales, comunicándole que teníamos antepasados comunes. Escribí impaciente a Jordi.

Mi primo me dijo que la chica cubana, Lilién Catalá Defaus, era la hija de una bisnieta del hermano de nuestro bisabuelo y que estaba moviendo el asunto de su antepasado de Malgrat, para obtener papeles para el expatrio de su madre Lidia y de sus hermanas, Elena, Nelida y Felicita. En seguida le escribí a ella a través de sus redes sociales:

- Hola, soy Josefina Privat Defaus, una prima de Jordi Defaus, nací en Malgrat, pero hace muchos años que vivo en Italia. Por Jordi he sabido que tenemos antepasados comunes. Me hace mucha ilusión que Mariano Defaus Moragas, el bisabuelo de tu madre, fuera hermano de Francisco Defaus Moragas, mi bisabuelo (también el de Jordi). No sabía que un miembro de nuestra familia se hubiera ido a Cuba.

- Hola, yo feliz de conocerte. Ay! Debe de ser tarde en Italia, hay una diferencia horaria.

- No te preocupes, no es tarde, son las diez de la noche, además estoy de vacaciones perennes, hace un año que me jubilé.

- ¡Qué gusto que me escribas! Aquí son las cinco de la tarde. Jordi ha sido especial conmigo. Me ha emocionado mucho conocerlo y ahora me pasa lo mismo contigo.

- Sí, Jordi es muy amable, me ha contado algo de tu tatarabuelo Mariano, pero me gustaría saber más.

- Pues te va a encantar la historia, te la voy a contar: Mariano Defaus llegó a Cuba con 17 años en 1873 y …

.. al triunfar la revolución de Fidel Castro la familia de Mariano perdió la casona y las tierras, al ser expropiadas por la ley del nuevo gobierno.

- ¿Sois muchos los descendientes de Mariano en Cuba?

- La familia de los Defaus es numerosa, pero el apellido Defaus es único en Cuba. Todos los Defaus en el país somos familia…

- No me lo puedo creer y nosotros sin saber nada.

- Estoy ansiosa por contarles de ti a mi madre y a mis tías, que son las bisnietas de Mariano.

- Yo también me muero de ganas de hablarles de ti a mis hermanos.

- He sabido por Jordi que aún existe la casa donde nació Mariano.

- Si, pero se han hecho muchas reformas, creo que la fachada es de los primeros años del siglo veinte.

- Me alegra que la casa permanezca a la familia porque tiene un valor sentimental muy grande.

- Todavía conservamos una virgen de madera muy antigua, te enviaré una foto.

- Me encantaría verla. Consérvenla siempre. Los recuerdos tienen un valor incalculable.

- Mariano fue muy valiente alejándose con diecisiete años de su familia.

- Imagino cuanto habrá extrañado el abrazo de su madre, la compañía de sus hermanos y hermanas. El mar que tanto amaba…

- ¿Tú sabes por qué se marchó de Malgrat?

- Mariano contaba a sus hijos que vino a Cuba porque no quería alistarse en el ejercito, supongo que de cierta forma lo hizo para preservar su vida.

- Quizás haya otro motivo, a mí me parece raro que Mariano, el primogénito y heredero de las propiedades de la familia Defaus, se fuera a Cuba.

- No lo sé… ya intentaremos averiguarlo juntas. Esta búsqueda comenzó porque he querido que mi madre recupere la nacionalidad española, que le corresponde por derecho de sangre, para que pueda viajar y visitar a su hermana Nélida y a la familia que reside en Estados Unidos… Y resulta que terminé encontrando algo más valioso.

- Yo voy a preguntarles a mis hermanos y primos, a ver si saben alguna cosa más. Ya te escribiré si sale algo.

- Gracias. He logrado conectar con el pasado familiar y pienso que podremos mantener la comunicación y conocernos. Eso me hace muy feliz.

- A mí también.

- Me he puesto en contacto con el archivo de Malgrat, con María Teresa Gibert, una mujer que me ha ayudado muchísimo para conseguir los certificados que atestigüen el origen catalán de Mariano.

- Creo que mi hermana conoce a Maria Teresa, es una prima de su nuera. Se lo voy a preguntar, yo hace más de cuarenta y cinco años que vivo en Italia, pero cada verano vuelvo a Malgrat. En Julio iré a ver a M.Teresa, tengo ganas de conocerla.

- Muy bien. Por ahora un fuerte abrazo.

- Sí, ya seguiremos hablando, otro abrazo de parte mía.

Aquella misma noche fui a mirar mis redes sociales y encontré un mensaje de Lidia, la madre de Lilién, ella también me contaba que estaba buscando miembros de la familia catalana de su bisabuelo y que enviaba mensajes a todo el mundo que se apellidara Defaus.

Toda la vida llevo quejándome de que mi familia ha sido monótona, por lo que se refiere a genealogía: sea por parte de padre que de madre todos mis antepasados procedían del mismo pueblo, Malgrat, durante siglos se casaron entre ellos y jamás salieron de la comarca. Por eso fue emocionante para mí descubrir que teníamos familia en Cuba.

- ¡Tengo primas cubanas y nadie me hablado de ello! Le dije contenta a mi marido aquella noche antes de acostarnos.

Al día siguiente llamé a mi hermana, a la muerte de mis padres, ella heredó la casona y todos los papeles de la familia Defaus.

- ¿María Carmen, que tú sepas tenemos familia Defaus en Cuba?

- No creo, nos lo hubiera dicho nuestra madre.

- Pues me ha escrito una chica cubana, diciéndome que desciende del hermano de nuestro bisabuelo Francisco, le dije yo.

- ¡No me lo puedo creer!¿Estás segura de que esa chica no se ha confundido?

- La muchacha tiene pruebas de que Mariano Defaus Moragas llegó a La Habana en 1873 y que procedía de Malgrat.

- ¡Aquí hay gato encerrado! Si todo es verdad, lo de Mariano podría ser un secreto que nuestra familia tenía bien escondido y que no quiso revelar a nadie, dijo mi hermana.

- ¡Hay que averiguarlo!

María Carmen, aquel mismo día se fue a la casa de nuestra infancia, que llevaba varios años cerrada, para ver si encontraba alguna pista para resolver aquel enigma, la ayudaron su hijo y su nuera. En el fondo de una caja de latón de un estante de la vitrina del comedor, hallaron una fotografía de un hombre de unos treinta años, de mirada profunda, ojos claros, con barba y bigote, pelo corto y ondulado, quizás rojizo, con una chaqueta oscura, una camisa blanca y corbatín. Aquel retrato color sepia, lo había tirado un fotógrafo de La Habana, en un estudio fotográfico llamado J. A. Suarez y compañía, de la calle O’Reilly 64. En la foto no había fecha. Ella y yo dedujimos que era Mariano Defaus Moragas. ¿Quién otro podía ser?

- ¿Por qué nadie se dio cuenta de que la fotografía procedía de La Habana? Le dije.

- No se habían fijado en ella porque estaba escondida en el fondo de la caja donde nuestros abuelos guardaban las fotos y con los años los que conocían la historia de Mariano se murieron, dijo mi hermana.

Ella también encontró el testamento de 1887 en el que José Defaus Ballesté les dejaba a sus hijos sus bienes. Era el mismo testamento que yo había hojeado de pequeña.

Volví a escribir a Lilién contándole nuestros hallazgos y ella me dijo que sus pesquisas también habían obtenido buenos resultados, gracias a María Teresa, la voluntaria del grupo Amics del arxiu de Malgrat.

Yo no conocía a María Teresa, sin embargo no tardé en conocerla a través de los mensajes que me envió en mis redes sociales:

- Hola soy María Teresa, tu no me conoces pero yo soy de Malgrat y conozco a tu hermana y a tu cuñada. Soy voluntaria en el Archivo del pueblo y me encantan los estudios genealógicos. Tenemos un vínculo común: tus primas cubanas. Lilién me escribió pidiéndome informaciones sobre Mariano Defaus Moragas, el bisabuelo de su madre. Yo le hubiera podido dar indicaciones de como podía moverse, como hago siempre, pero ella era tan amable y tan educada que me salió decirle: me ocuparé yo de ello. He sabido por Lilién que os estáis escribiendo.

- Hola, mucho guste de conocerte. Sí me estoy escribiendo con Lilién. Y ella me ha dicho que has encontrado lo que buscaba.

- Me costó mucho pues cuando nació Mariano (1856) no existía registro civil y tuve que consultar los libros parroquiales, pero desgraciadamente muchos fueron quemados durante la Guerra Civil.

- ¡Qué mala suerte! ¿Y que hiciste?

- Mossen Salvador de Malgrat, me ayudó, diciéndome: consulta los archivos de la diócesis de Girona, si Mariano estaba bautizado, también debería estar confirmado y eso lo hace el obispo.

- ¡Qué buena idea! ¿Y lo conseguiste?

- Sí, Mariano fue confirmado por el obispo de Girona, también lo encontré en el censo de enero de 1873, el último año en que vivió con su familia en Malgrat, en los años siguientes ya no aparece.

- Estoy contenta de que lo hayas logrado.

- Bueno a las primas también se les pedía otra cosa, que fue la más difícil de obtener: un certificado del juzgado donde se declarara que en aquellos años España no tenía registro civil.

- ¡Madre mía, cuánto papeleo!

- Por suerte ahora ya lo tienen todo, ya pueden pedir la nacionalidad española.

- Has hecho un buen trabajo, las primas cubanas te estarán agradecidas toda la vida.

- No sé porque me embarque en ese asunto, algo dentro de mí me decía que necesitaban mi ayuda.

- Hiciste muy bien, yo también creo que hay que seguir nuestro instinto y ayudar a los demás.

Conocí personalmente a María Teresa en verano de 2023 y me contó que realmente se puso gran esfuerzo y empeño en solicitar y conseguir lo que parecía imposible. Luego envió los papeles a Lidia, una de las bisnietas de Mariano, pero no por correo, sino a través de una persona cubana que en aquel momento estaba en Madrid, pues las primas tenían miedo de que los documentos se perdieran por los meandros de las oficinas de correos de Cuba. Las primas presentaron en seguida la solicitud al consulado español de La Habana, pero todavía están esperando la respuesta.

Lilién es una treintañera cubana llena de entusiasmo, por eso hace un año creó un grupo Whats App, para reunirnos a todos los Defaus. Primero eramos seis, las tres tías de Lilién, su madre, ella y yo, luego fueron uniéndose los primos catalanes, Jordi, M.Rosa, Teresa y Montse y otras primas cubanas, Mariela, Idania, Dinorah, Drialis, Nydia, Amy, Wendy, Adileny algunos primos: Emilio, Osvaldo, Juan y Gilberto. Somos más de veinte los primos reunidos en el grupo, todos somos descendientes de los cónyuges Teresa Moragas Gibert y José Defaus Ballesté, casados en los años setenta del siglo diecinueve. La mayoría de ellos viven en Cuba, sin embargo también hay una parte que vive en Estados Unidos. A veces es un poco complicado hablar con tanta gente, al principio era un mareo cuando escribíamos todos a la vez, pero ahora hemos aprendido y somos más ordenados. También forma parte de nuestro grupo María Teresa Gibert, que con todos sus estudios genealógicos ha descubierto que es prima lejana nuestra.

El día en que escribí a Lilién supe que en mi vida había una historia que contar. Cada uno de las primas cubanas poco a poco me han ido regalando relatos y anécdotas que sus antepasados se pasaban de boca a boca. María Teresa, consultando horas y horas el archivo, me ha ayudado a reconstruir la vida, las costumbres y los hechos más importantes de algunos habitantes de Malgrat de finales del siglo diecinueve.

En el grupo Whats App se comparten, además de relatos de nuestros padres o abuelos (cubanos y catalanes), viejas fotografías de Malgrat, Las Ovas, Pinar del Río y de la farmacia Sarrá de La Habana, videos de la zona donde estaba la finca Esperanza (hoy día solo queda el gran deposito de agua de la mansión), imágenes de la estación de Las Ovas, donde Mariano tomaba el tren, que desgraciadamente pocos años atrás fue destruida por un tornado, canciones en las se que describe el pueblo de Las Ovas, antiguas tarjetas postales, documentos del municipio, recordatorios fúnebres, etc.

No sé deciros porque empecé a escribir la historia de Mariano, sin embargo sé que algo dentro de mí me impulsó a hacerlo. El porqué quizás esté encerrado en las palabras de un personaje de un libro de Care Santos, una escritora contemporánea catalana:

Las novelas sirven para hacer volver a los muertos, para reencontrarnos con todo lo que perdimos.

Quizás os preguntaréis porqué escribí la historia en castellano y no en catalán. He aquí algunos motivos: no todos a quienes yo dedicaba la narración entendían el catalán; Mariano a partir de los diecisiete años, sin olvidar su lengua materna, adoptó el castellano como su propio idioma, yo en mi imaginación lo oía pronunciar el meloso español de Cuba; todos mis estudios primarios y superiores los hice en la época de la dictadura franquista, por eso me es más fácil escribir en castellano.

El catalán nunca nos lo enseñaron en el colegio. De todas maneras el catalán es mi lengua nativa y la seguirá amando toda mi vida; tenéis que saber, que en cuando termine la traducción de esa historia al italiano, empezaré la versión catalana.

Durante varios meses, cada mañana me he despertado temprano pensando en Mariano, en sus padres, hermanos, esposa, amigos, etc y después del desayuno me he puesto a escribir sus hazañas. Una vez terminado un capítulo lo he ido enviando al grupo Whats App de los primos Defaus, más o menos uno cada dos semanas.

Mariano y los personajes de su entorno (algunos reales y otros salidos de mi fantasía) han vuelto, me han acompañado semana tras semana, espero que a vosotros, los que habéis acabado de leer esta historia, también os hayan atrapado.












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