sabato 7 ottobre 2023

La parra - Cap 13

 


El pacto de Zanjón de1878 entre españoles y revolucionarios, dio por terminada la Guerra Grande. Con excepción de los meses, entre 1879 y 1880, que duró la llamada Guerra Chiquita, a medida que iba pasando el tiempo parecía que el fervor político de antaño se había estancado, sin embargo José Martí y sus seguidores estaban preparando el terreno para conseguir la independencia de Cuba. Pero el líder carismático cubano tuvo que esperar unos años antes de salir al descubierto, hasta que en abril de 1892 fundó el Partido Revolucionario Cubano.

Una tarde de finales de verano de 1893 Felipe y Olivia entraron en la finca Esperanza en un coche de caballos. Mariano saltó de alegría al ver a sus amigos y dejó de lado sus quehaceres en el almacén de semillas.

- ¡Ya era hora de que aparecieras, amigote! ¡Y tú Olivia, qué guapa que estás! Les dijo, abrazándolos.

Los acompañó al patio y los invitó a sentarse en la sombra, bajo la parra.

- ¿Qué se te ha traído por aquí?

- Pasaba cerca de Pinar del Río y me apetecía hablar contigo.

- A mí también me encantaba volver a veros, le dijo Olivia.

- Ahora mismo mando llamar a Nieves.

Mariano llamó a Gabriel, uno de sus más fieles trabajadores. Gabriel, un hombre mulato de unos cuarenta años, se acercó despacio limpiándose las botas en la hierba y les dio la mano a los invitados. Su rostro estaba curtido por el sol y la intemperie, sus ojos eran vivarachos y su mirada bondadosa.

Nieves al cabo de pocos minutos llegó sofocada y corriendo y en seguida se echó en brazos de los recién llegados.

- ¡Qué alegría volver a veros! ¡Y qué sorpresa ! ¡Estáis muy guapos los dos!Les dijo Nieves.

- Estamos un poco agotados de correr de un lado a otro, ya tenemos ganas de echar raíces, Felipe cuéntales nuestros proyectos, dijo Olivia.

- Pues si todo va bien, vamos a establecernos en La Habana, les dijo Felipe.

- Me alegro de que finalmente echéis raíces... Perdonad nosotras vamos un momento al jardín, quiero enseñarle una cosa a Olivia, dijo Nieves, cogiendo a bracete a su amiga.

Con esa excusa las dos mujeres se alejaron para hablar tranquilas de sus cosas y para que los dos hombres siguieran conversando a sus anchas:

- ¿Cuéntame eso de que os vais a establecer definitivamente en La Habana?

- Pues yo me estoy retirando del movimiento independentista, le contestó Felipe.

- ¿Qué ha pasado? Le preguntó boquiabierto Mariano a Felipe.

- José Martí y sus aliados, después de haber fundado el PRC, se están organizando para luchar contra los españoles. Me han arrinconado porque yo sigo empeñado en obtener pacíficamente la independencia.

- Lo siento, Felipe.

- Estoy desanimado o mejor dicho desilusionado, pues yo creía en José Martí y lo admiraba. Hasta hoy, con su tremendo poder de convencimiento y su carisma personal, ha logrado ejercer una influencia creciente en figuras poco convencidas de la necesidad de un partido para estructurar la nueva revolución y ha tratado por todos los medios de que en el PRC no se filtre el espíritu de discordia y rivalidad entre los veteranos del 68, sin embargo últimamente se está dejando llevar por el ala belicosa del partido.

- José Martí es de admirar, pero yo no he logrado entender lo que se propone con el PCR.

- El PCR no es un partido político, no tiene fines electorales, es una asociación política que nació para independizar a Cuba y las otras provincias de Ultramar.

- ¿Y tú confiabas en que el PCR obtuviera la independencia de Cuba de forma pacífica?

- Sí, pero cada vez me parece más imposible. Sobre todo ahora mismo que José Martí, a través de PCR, está reuniendo recursos para formar un gran ejercito que combata contra los españoles.

- ¡Quizás no lleguen a las armas! Aún es pronto para decirlo, le dijo Mariano.

- No te hagas ilusiones, yo soy el único del movimiento que ha votado por una independencia pacífica.

- ¿Por qué los poetas revolucionarios siempre acaban derramando sangre? Suspiró Mariano.

- Céspedes se vio obligado a ello, pues él, además de luchar por la independencia, tenía otro objetivo: pretendía la libertad de los esclavos. Desgraciadamente los esclavos que participaron en la guerra fueron carne de cañón y la mayor parte de los que se quedaron en las plantaciones, como represalia, también fueron maltratados, heridos, violados o matados por los españoles que iban avanzando, para reconquistar las tierras perdidas. Hubo una gran matanza. Pero ahora es distinto, blancos, negros y mulatos podemos preparar juntos peticiones y pleitos, para obtener la independencia. No sé si sabes que en el PCR militan excelentes abogados. José Martí, aunque siempre haya sido un subversivo, los españoles lo han echado ya dos veces de Cuba, sabe que no puede repetir los errores que acarrearon tantas injusticias y desastres en la Guerra Grande. Si bien en este momento los españoles se nieguen a tratar, hay que esperar, sin recurrir a las armas.

- Entiendo muy bien que tú sueñes con una lucha pacífica, pues yo también lo espero, pero quizás los dos estemos equivocados y no exista sobre la faz de la tierra una reivindicación sin violencia y con millares de muertos y heridos, le contestó Mariano.

- No estamos solos, piensa en que el movimiento pacifista en Europa nació en 1819 y que el uso de la «resistencia pasiva», como forma de desarrollar la lucha pacífica dentro de la ley, se comenzó a emplear en luchas nacionalistas y constitucionalistas tras las Guerras Napoleónicas. Y que al cabo de unos años se empezó a articular un movimiento pacifista en toda Europa a través de conferencias internacionales como la de Bruselas en 1848, impulsada por Elihu Burritt y precursora de la de París de 1849, presidida por Víctor Hugo.

Mariano lo escuchaba embelesado y admirado por todo lo que sabía Felipe y le dijo:

- ¡Felipe tú sabes de todo!

- No me cortes, sino pierdo el hilo ¿Por dónde iba?.. Y la conferencia de Ginebra, en 1867 contó con el boicot de Marx y los marxistas y con la paradójica presencia de reputados defensores de la acción violenta, como Mijail Bakunin o Giuseppe Garibaldi, que hizo campaña para la conquista de los Estados Pontificios en su camino a la unificación de Italia. ¿Te das cuenta qué paradoja que es nuestro mundo?

- ¡Un gran disparate! Dijo pensativo Mariano y después unos segundos añadió - Si en Europa ganara campo la revolución no violenta, quizás en Cuba tendríamos esperanzas de evitar una nueva guerra, pero me temo que sea un proceso muy lento.

Se quedaron callados unos minutos, cada cual pensando en los horrores de la nueva guerra que estaba amenazando Cuba, luego Felipe recitó la primera estrofa de la poesía Yo soy un hombre sincero de José Martí:

Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma,
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.

- ¿Uno que escribe una poesía como ésa como puede ser belicoso? Terminó diciendo Felipe.

- Creo que José Martí está convencido que sin lucha armada Cuba no va a conseguir la independencia y eso me duele mucho, le contestó Mariano.

- A mí también me duele, después de todos mis esfuerzos para implantar en Cuba tácticas revolucionarias no violentas como, pleitos, peticiones y protestas, me siento impotente.

- ¿Qué vas a hacer ahora ?

- Voy a seguir luchando pacíficamente a mi manera, Olivia y yo nos mudaremos a la Habana y allí volveré a ser un simple cochero. Ahora ya no tenemos que escondernos, ya nadie se acuerda de mí. Quiero enseñar a leer y a escribir a todos los negros de Cuba. Olivia y yo organizaremos escuelas ambulantes.

- Felipe, Felipe ¿Por qué no dejas de una vez la política y te vienes a vivir al campo? Aquí también podrías enseñar, además de leer y escribir, lo importante que es conseguir la libertad e igualdad entre blancos y negros, de forma no violenta.

- Es lo que estoy haciendo, estoy dejando la política, a pesar mío. Pero me desespero pensando en que en 1886 fue promulgada la Ley que acababa definitivamente con la esclavitud y que en Cuba todavía hay mucha discriminación racial: en las haciendas o en las barriadas negras de las ciudades aún hay muchos homicidios, sexualidad forzada, abortos, castigos físicos y demás abusos de los blancos hacia los negros.

- No te agobies, tarde o temprano los negros serán iguales que los blancos, tendrán los mismos derechos, pero no sé si nosotros lograremos verlo... ¿Y qué me dices de veniros a vivir al campo? Le preguntó eufórico Mariano

- No sé, no sé, ya nos lo pensaremos, le contestó Felipe con una mueca graciosa.

Las dos mujeres volvieron risueñas y se sentaron junto a sus maridos.

- ¿Qué es lo que pensaremos? Le preguntó Olivia a Felipe.

- Mariano me preguntaba, si nos gustaría vivir en el campo, le contesto Felipe.

- Pues mira, ahora mismo, aquí al lado hay una finca pequeña, llamada Bonanza, que está en venta, y nadie la quiere porque un ala de la mansión fue derrumbada por los rebeldes de la Guerra Grande, le dijo Mariano.

- ¡Qué exagerado que eres! No podemos dejarlo todo ahora mismo. ¿Además de dónde vamos a sacar el dinero para comprar una finca? De momento viviremos en La Habana, Emilia, la viuda de José Sarrá, nos ha ofrecido una vivienda suya a un alquiler muy bueno.

- ¿Cómo está Emilia?

- Muy bien, heredó una fortuna cuando murió su marido y nombró apoderado a Josep, para que se ocupara de la farmacia de La Habana. Josep creo que por aquel entonces ya era socio de la farmacia Reunión. Bueno, el testamento de José Sarrá, fue una cosa muy complicada, dicen que en principio les había dejado un buen pedazo de herencia a los dos sobrinos, pero que Emilia, a través de sus influencias con altos funcionarios, consiguió que sus herederas fueran sólo sus hijas. Ignaci al descubrir que no le había tocado nada, regresó indignado a España. Josep en cambio se quedó en la Farmacia y poco a poco se fue haciendo amo de ella.

- Hacía tiempo que no sabía nada de Josep, ya te conté en una carta que era un poco maniático y que tuve problemas con él, en la época en que su tío se tuvo que marchar a Barcelona y lo puso al mando de la farmacia.

- Pues no le reconocerías, ha cambiado mucho, parece otro hombre. Todavía lleva la farmacia, hace más de diez años que la reformó. Emilia tenía confianza en él y se llevaban muy bien. Pero se dice que él hipotecó su casa de Malgrat y que le compró la farmacia a Emilia. También colaboró en la fundación del Colegio de farmacéuticos de La Habana, donde fue presidente varios años y poco a poco fue invirtiendo sus ganancias comprando fincas,convirtiéndose en un rico hombre de negocios. Si ahora vieras el nuevo establecimiento te quedarías con la boca abierta, tienen mucha clientela.

- Estoy contento de que la farmacia tenga tanto éxito.

- Creo que gran parte del mérito es de Celia, su mujer canaria, pues al casarse con ella abandonó sus prácticas de laboratorio, donde estaba encerrado día y noche. Siguiendo los consejos de su mujer se dedicó primero a modernizar y a ampliar la farmacia y luego a otros negocios, dijo Olivia.

- Ha sido una suerte que su esposa lo alejara de sus probetas y alambiques, de no ser así se hubiera vuelto loco, dijo Mariano, sonriendo.

- La última vez que lo vi me contó que tenía muchas propiedades en la Habana, más de cuarenta casas, pero que tenía miedo de perderlo todo si se proclamara otro Levantamiento. Él, como te puedes imaginar no es para nada partidario de José Martí, sin embargo me dijo que lo admiraba, no por sus ideas revolucionarias, sino porque era inteligente y audaz, además porque era hijo de catalanes y estaba orgulloso de que hubiera nacido muy cerca de su farmacia, en la misma Calle Teniente Rey,

- Sí, su arraigo a Cataluña, siempre fue exagerado, casi patológico. No puede estar más de un año sin volver a Barcelona.

- ¿Qué quieres decir con patológico? Le preguntó Olivia.

- Que a veces se pasaba de la raya pretendiendo reproducir su patria chica en Cuba. Tú ya sabes que yo me emociono oyendo hablar catalán, pero no se puede tratar mal a una pobre cocinera porque no saber prepararle bien una rebanada de pan con tomate. Pero no me malinterpretes, me alegro de verdad que haya superado todas sus manías, le dijo Mariano.

- Te entiendo, Josep siempre ha sido extravagante - calló un momento y una sonrisa cruzó en su rostro- un sabio loco quizás, dijo Felipe.

- Josep es muy listo, aunque haya otra revolución yo no creo que deje la Farmacia, le da demasiados beneficios. ¡Qué suerte que tiene al poder viajar a Cataluña - se quedó un momento pensando y añadió - A mí también me gustaría volver a Barcelona, pero por ahora me parece imposible, les dijo Mariano bajito, como si se avergonzara.

- Ahora hablemos de vosotros ¿Cómo os va la vida? Les preguntó Felipe.

- Estamos bien, los dos echamos de menos a Ángel, pero estamos orgullosos de haber llevado a cabo su proyecto. ¿Por qué no os quedáis unos días en la finca? Le contestó Mariano.

- Olivia, yo te puedo enseñar a hacer pan y a cocer cacharros de barro, le dijo Nieves.

- Felipe, yo te voy a llevar a los campos de cereales para que veas las novedades y mientras tanto vamos a poder hablar de nuestras cosas, le dijo Mariano con un guiño.

- Me encantaría que os quedarais unos días con nosotros, insistió Nieves.

Olivia y Felipe aceptaron la invitación y descargaron su ligero equipaje para pasar un par de días en la finca antes de salir para La Habana. Aquella noche cenaron bajo la parra de uva que Mariano había plantado con esmero, pues en el trópico la vid no crecía del todo bien, pero él supo encontrar el micro clima ideal para las cepas que le trajo su amigo Miguel en uno de sus innumerables viajes.

Olivia y Nieves charlaron alegres durante toda la cena, descubriendo que se avenían mucho. Nieves se retiró temprano con su hijo, que acababa de cumplir once años. Olivia también se acostó pronto para dejar solos a los amigos.

Los dos hombres siguieron hablando de política y ya de madrugada, cuando iban a levantarse de sendos sillones para acostarse, Mariano le confesó a Felipe que él y Nieves dormían en cuartos separados.

- No te creo Mariano, no es posible que no te acuestes con tu mujer. Se os ve que estáis enamorados. ¿Pero qué ocurre entre vosotros?

- Yo la quiero mucho, pero no me atrevo a dar el primer paso. Tengo miedo de ofenderla y sobre todo de que me rechace.

- Mariano, no puedes esperar toda la vida, tienes que actuar, mañana mismo tienes que meterte en la cama de tu esposa.

- Lo intentaré, llevo meses pensándolo.

Dos días más tarde, al amanecer desayunaron todos juntos en el patio bajo la parra. Nieves había horneado pan y Mariano había dispuesto en la mesa plátanos, aguacates, café y una jarra de leche recién muñida. Aquel último desayuno fue una verdadera tertulia, pues Angelito se divirtió jugando a domino con Felipe. Ya eran la nueve cuando se dirigieron a la caballeriza. Y mientras Felipe subía al coche de caballos, Mariano le guiñó un ojo.

Felipe sonrío tras la señal de su amigo que parecía indicar que finalmente se había acostado con su esposa. Y mientras risueños se despedían en la cancela de la finca, llegó el cartero con una carta.

Mariano, tras ver desaparecer por la verja de la finca el coche de caballos de Felipe, miró detenidamente la carta, con cuidado rasgó el sobre, sacó la hoja de papel y leyó su contenido despacio. Nieves se quedó mirando su rostro, para descubrir si eran buenas o malas noticias.

- Es una carta de Isabel, le anunció Mariano a su esposa.

Santa Clara 16 de septiembre de 1893

Querido Mariano,

han pasado varios años desde mi última carta. Te escribo yo y no otra persona por mí (aprendí a leer y a escribir gracias a un cura). Espero que estéis bien de salud, gracias a Dios yo estoy bastante bien, bueno, he tenido algunos percances que ahora te voy a contar.

Nunca te hablé de mi hijo Lucas, que ahora tiene diecisiete años, lo tuve antes de conocerte, tras ser violada por un capataz de la hacienda donde trabajaba, Amelia, mi madre ¿Te acuerdas que te conté las atrocidades e injusticias que sufrió ella, siendo esclava? Ni siquiera Amelia supo del niño, lo crió Rogelia, la vieja adivina que a mí también me hizo de madre. Lucas es un chico listo y alegre, aprendió el oficio de carpintero gracias a Tomás, mi marido. Tomás se quedó con él el día de vuestra boda, por eso tú y Nieves aún no lo conocéis. En aquella ocasión no os hablé de Tomás, pues todavía no vivíamos juntos. Por suerte él se encariñó en seguida con niño. Rogelia, a quien tanto quise, murió hace ocho años y entonces Tomás vino a vivir con nosotros.

Pero ahora mi hijo necesita esconderse por haber insultado a un sargento del ejercito español. Lucas es un fugitivo por la ley, pero él no ha hecho nada de malo.

Sé que es pedirte mucho, pero si pudieras encubrirlo en tu finca yo te lo agradecería toda la vida.

Ahora ha siete años que me casé con Tomás, un buen hombre que ha cuidado siempre a Lucas como a un hijo, pero está delicado de salud y en este momento no puede hacer nada más por él. Ahora mismo mi hijo está en la parroquia de Santa Clara, Mosén Román, el que me ha enseñado a escribir, lo ha ocultado en los sótanos de la iglesia, pero de un momento a otro pueden descubrirlo y como te puedes imaginar, no puede seguir allí mucho tiempo. Por lo demás, todo marcha bien, yo sigo trabajando en la fonda del pueblo, limpio los cuartos, sirvo la comida a los huéspedes. Espero que a vosotros os vaya todo bien en la finca Esperanza. Me gustó ir a vuestra boda. Tú mujer es muy cariñosa, espero que seáis felices. Y tus amigos muy simpáticos.

Un abrazo para ti y para Nieves

Isabel

Mariano le entregó la carta a Nieves. Mientras ella la leía, sonreía, pensando en lo tonta que había sido al tener celos de Isabel, quien en verdad apenas conocía, había hablado un rato con ella el día de la boda y realmente le cayó la mar de bien.

Marido y mujer se miraron y sin necesidad de hablar demasiado de ello, decidieron que Lucas iba a ser el nuevo carpintero de la finca Esperanza.







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