venerdì 11 dicembre 2020

Viernes



La radio trasmite una canción de los años setenta. Hace frio. Está amaneciendo. Las previsiones meteorológicas que daban ayer para hoy eran malas, sin embargo el cielo está despejado y el sol lentamente lo va iluminando.

Hay poco tráfico, sólo pasan coches y motos  con gente que va al trabajo. Antes solían verse por las aceras grupos de estudiantes que se dirigen a la escuela, pero ahora a causa de la pandemia los Institutos están cerrados.

Son las 7.30 de la mañana y me dirijo a un supermercado de la zona de Campo de Marte.

Desde que nuestros hijos se han ido a vivir por su cuenta voy menos a comprar en coche. Mi marido y yo nos apañamos con poca cosa. Compramos verdura y fruta en mercado de S. Ambrogio. Vamos una una vez por semana a por pan y vino a una tienda de Via dell’Agnolo que despacha vino a granel y otros productos biológicos. Para las conservas, pasta, arroz, jabón, etc, vamos a la Coop, un supermercado pequeño que está bastante cerca de casa.

Me encanta ir en bicicleta a la Coop, por el carril de bicis que corre a lo largo de la avenida Viale Giovani Italia. Luego cruzo Piazza Beccaria y sigo con cuidado por via Ghioberti en dirección contraria.  

Lo malo es que a la vuelta voy cargada como un burro con mis tres bolsas repletas de alimentos. Una la pongo en el cesto de atrás y dos laterales colgadas en el manillar.

- Un día voy a caer, me digo, riñiéndome, cuando pierdo un poco el equilibrio.

En realidad ya me pasó una vez, pero, cayendo lentamente de lado, ni me hice daño, ni se me rompió ninguna botella. ¡Qué suerte!

- ¿Por qué me he levantado tan temprano esta mañana? Me pregunto.

- Para anticiparme, empezando a comprar cosas para Navidad, antes de que todo el mundo abarrote las tiendas, me digo.

Recorro las mismas calles que antaño. Mi marido antes de ir al trabajo solía ir a llevar a los niños al colegio. Generalmente los viernes yo no daba clases y salía de casa  antes que ellos para hacer la compra de toda la semana.

Durante unos segundos me emociono viéndome a mí misma tantos años atrás conduciendo hacia Campo de Marte; he dejado las  bolsas vacías y la lista de la compra muy larga  en el asiento de mi lado.

Siento ternura hacia la mujer que era,  a la que le gustaba madrugar, para ser una de las primeras clientes del supermercado y a la que los viernes le encantaba hacer las cosas sin prisas.

Me vuelvo a preguntar:

- ¿Por qué un día que no trabajo y que podría recrearme en la cama, me levanto y salgo de casa?

Y en seguida me digo:

- Quizás lo hago para sentirme la mujer de antes, la que corría todos los días de un sitio a otro, pero que los viernes, cruzando la ciudad de madrugada, sentía el mundo que giraba más despacio.

He aparcado el coche justo cuando la canción “Tutta mia la cittá” del Equipe 84” estaba acabando. 





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