domenica 11 novembre 2018

Cena con ópera













Hay días que nacen enrevesados, incluso puede que se vuelvan agobiantes y no hay quien los cambie, sin embargo otros que al principio parecen aburridos o insignificantes al final se vuelven especiales. Eso le pasó a Paula aquella noche.
Su vida, como la de cada uno quien trabaje, iba deprisa, se le escapaba de las manos. Los hijos casi treintañeros se habían ido de casa, la mayor vivía en otro país, al pequeño le costó más mudarse, pero lo estaba consiguiendo.
Su marido últimamente no paraba nunca por casa, estaba ocupado mañana y tarde; en realidad estaba jubilado, sin embargo, siendo muy mañoso ayudaba a unos y a otros a reformar la vivienda.
En aquella época estaba acabando las obras del apartamento del hijo pequeño. Dinero había poco, tras la entrada que habían debido pagar para comprar la vivienda y no digamos la hipoteca; por eso las obras se las iban haciendo poco a poco ellos mismos, con la ayuda de un albañil y un electricista.
Paula trabajaba como profesora, pero intentaba recortarse ratos para sus aficiones, eso le frenaba el tiempo inexorablemente escurridizo.
De vez en cuando le gustaba quedarse en casa, preparando clases, escuchando la radio, leyendo o  dedicándose a la cocina. Aquel día volvió del trabajó más tarde de lo que había previsto. En casa no había nadie. Pensó con añoranza en los días en que su marido le preparaba la cena y se dijo:
- ¡Qué gusto llegar a casa y oler un guiso apetitoso!
Luego se imaginó otro escenario, en donde ella vivía sola, como algunas de sus amigas recién separadas. Seguramente de estar sola no hubiera puesto la radio, habría encendido el televisor, para sentirse más acompañada. Ni siquiera hubiera empezado a preparar la cena, ni a poner la mesa. Habría comido una tontería, quizás un poco de pan  tostado, tomate y queso.
En lugar de sentarse y recalentar alguna vianda del congelador, empezó a guisar unas verduras y a poner en una vasija un poco de requesón, mantequilla y trufas ralladas.
Puso la radio y la gran sorpresa para Paula fue que anunciaron que a las ocho en punto darían en directo la obra lírica, Cenerentola de Rossini, la misma que ella y su marido irían a ver aquel fin de semana.
Esa coincidencia que le brindaba el azar la puso de buen humor, subió el volumen de la radio y esperó a que empezara el primer acto.
Aquel día, que había nacido insignificante,  estaba volviéndose más interesante.
Llegó su marido cansado, pero satisfecho de lo que había hecho. Le contó a Paula que estaba montando los muebles de la cocina y que no era nada fácil.
- ¡Qué olorcito más bueno! Me voy a duchar. Dentro de diez minutos  ya voy a estar listo. Tengo un hambre de lobo.
Paula puso la mesa con un mantel de los buenos y abrió una botella de vino tinto joven.
Era un miércoles y la mesa parecía la de un día de fiesta.
- ¿Pongo la tele y apago la radio? Le preguntó él
- No, esta noche quiero cenar con una ópera lírica, le dijo ella.
Mientras Paula estaba sirviendo los platos, el locutor acabó de contar la historia de la obra y empezó la entrada del primer acto con una música estupenda.
Paula se estremeció y sintió un gran placer en sus entrañas.
El marido le dijo:
-  ¡ Paula, hoy te ha salido muy buena la pasta! ¿Por qué estás tan  contenta ? ¿Te ha ocurrido algo de bueno?
- Si, he caído en la cuenta de que  a pesar de que haga más de cuarenta años que compartimos mesa y cama, aún logramos disfrutar cenando juntos. 








giovedì 1 novembre 2018

Apuntes de Lanzarote













Alicia, el verano en que cumplió sesenta años, se obstinó en ir de vacaciones a Lanzarte. Quería cambiar, pues desde hacía cantidad de años solía veranear en un pueblo de la costa catalana. Todo el mundo le iba hablando de las Canarias, pero ella aún no había estado en las islas. Los españoles suelen ir allá en invierno por el clima suave o en verano porque hace fresquito, algunas parejas escogen una de las islas para su viaje de novios, además todo el año desde la península salen vuelos bastante baratos.
Se acordó de Juan, el marido de su hermana, a principios de los años setenta ya salían juntos. Él les traía regalos a los pequeñajos de casa, cada vez que volvía de Las Palmas, tras ir a jugar a baloncesto con el equipo de primera división, donde jugó dos o tres temporadas.
Sus padres, cuando se jubilaron, también fueron a pasar unos días a las islas y volvieron aún más cargados de cosas: calculadoras, relojes, perfumes, cartones de tabaco, puros, etc. Sin embargo los que más apreciaron la naturaleza de aquellas tierras volcánicas fueron Tomás, el hermano de  Alicia y Celia, su cuñada. Los dos estaban enamorados de Lanzarote, fueron un par de veces, en temporada baja. Disfrutaron, bañándose y tomando el sol y el viento en las enormes playas o haciendo excursiones, subiendo los lomos de las montañas volcánicas hasta a los cráteres; pero de eso hacía muchos años. A Tomás le gustaba tirar fotos con su cámara profesional cuando salía de casa y Celia cada dos por tres se las enviaba. A Celia le encantaba escribir cartas. Alicia, cada vez que miraba las fotos de la pareja, caminando por aquellos paisajes lunares, con sus mochilas a cuestas, le entraban ganas de ir.
Escribió a su hija porque sabía que  hacía poco que había ido con su novio a ver a una amiga que trabajaba en Lanzarote.
Blanca le envió un correo con apuntes de viaje, pero no suyos, sino de Jorge, uno de sus compañeros de piso. Jorge, era chico madrileño, que trabajaba en el sector de la moda, le gustaba mucho viajar y hacía poco que había ido de vacaciones a la isla con un amigo. Jorge al cabo de pocos meses se fue de Madrid para ir a vivir a Barcelona, por eso Alicia nunca llegó a conocerlo, para darle las gracias.
Los apuntes de Jorge empezaban así:

Queridos amigos,
os hago una lista de las cosas de Lanzarote que no os podéis perder.
El Parque Natural de Timanfaya: Lanzarote es una de las islas Canarias que más recientemente ha sufrido erupciones (creo que la última ha sido en la isla de la Palma pero en 1730 hubo la super erupción en Lanzarote que creó lo que ahora es el parque de Timanfaya). El tema consiste en: vas en coche hasta un punto en el que todo el mundo tiene que dejar su transporte personal y subirse en un bus que te explica y te recorre el parque, merece mucho la pena porque el paisaje es increíble. Lago Verde, El Golfo, Salinas del Janubio y Hervideros: está todo en la misma zona.
El Lago Verde es un lago verde que es así porque tiene unos minerales que lo hacen de ese color y es super guay de ver.
El Golfo es el pueblo que está al lado del Lago Verde y donde se come de maravilla. Os recomiendo totalmente el restaurante "Plácido": son majísimos y la comida es super buena. Lo típico para que comáis allí es pescado "Vieja" (es un pescado de las aguas de las islas Canarias que se alimenta de gambas y tal, así que os podéis imaginar que tiene un sabor muy fino mmmm!). Además en Plácido preparan las "Lapas" más ricas que he comido en todo Lanzarote. También os recomiendo "gamba de Lanzarote". El vino denominación de Lanzarote es bueno el blanco (os recomiendo la marca Bermejo, tiene una botella muy bonita bastante característica El tinto no merece tanto la pena.
Salinas del Janubio: son unas salinas que están también por la zona, espectacular paisaje.
Los Hervideros: son unas rocas-cuevas-paredes que se llaman así porque cuando hay mucha marejada, el agua choca y la espuma que sale hace el efecto como si estuviera hirviendo... muy chulo, a ver si tenéis suerte y pilláis el agua enfadada jeje. Jameos del Agua y Cueva de los Verdes: están uno al lado del otro. Es lo que os conté del Jameo el otro día en el bar. Cada acceso vale una entrada separada. Si pasáis de entrar en los dos, os recomiendo y es mucho mejor los Jameos del Agua.
Los martes y sábados los Jameos están abiertos también por la noche.
Isla de La Graciosa: para mí un must 100%.
Hay que ir en barquito desde el Norte de Lanzarote, del puerto de Órzola, Hay dos compañías que hacen el trayecto de mar, es mucho mejor la de Biosfera Express porque te explican todo y te dan mapita de la isla, super majos. La otra linea marítima se llama "romero" y son como más funcionales, pasan del turista.
Si os queréis quedar a dormir (merece la pena una noche, para ver la "vida nocturna en una isla de 200 habitantes, hjehje") hay una pensión llamada Enriqueta que sale baratísimo (es super super sencilla pero limpia).
Recomendaciones para la Graciosa: hacer rutas en bici (sobre todo la que llega a "Playa de Las Conchas") y llevar gafas para bucear un poquito. 
Comer no se come especialmente bien así que lo mejor es bocatas y pasar el día por las playas (hay una panadería en el pueblo que hace bocatas muy ricos). 
Museo/Fundación César Manrique: yo soy fan de este sitio. Es lo que fue su casa en Lanzarote, que ya antes de morir la convirtió en Fundación y tiene obras de arte tanto suyas como de otros artistas: Chillida, creo que algún Picasso... 
Está en el pueblo de Tahíche. Y la casa en Haría es simplemente genial. Tenéis que ir
Arrieta y Punta Mujeres: pueblo del Norte 100% auténtico y a penas invadido por el turismo. Hay una playa en Arrieta y un montón de piscinitas naturales por Punta Mujeres (lo ideal es ir andando por Punta Mujeres y elegir la piscinita que más os guste para daros un chapuzón)
Allí para comer os recomiendo "El Amanecer", un restaurante que está en Arrieta. Tiene una terraza al fondo donde se está muy bien si no hay viento. 
Femés: es uno de los pueblos más altos de Lanzarote, está por el sur subido en una montaña. No tiene prácticamente nada super especial más que eso, que está muy alto y hay bonitas vistas. Y ... hay un restaurante donde se come "Cabrito" buenísimo. Jeje. Y un flan casero de Postreee mmmmmmmmmmmmmm No recuerdo el nombre del restaurante pero recuerdo que tiene como una terraza de madera color verde... creo que era Casa Emiliano, pero confirmad lo de la terracita de madera... Cabrito rico rico. Creo que hay que pagar en efectivo!
La Geria: es la zona de cultivo de vides y bodegas. Paisaje muy bonito para hacer en coche. Hay un "museo del vino" por la zona, yo no he estado pero seguro que está genial. 
Arrecife: es la capital y no tiene mucho mucho que ver, pero merece la pena ir 2 ó 3 horillas si tenéis muchos días. Además tiene una especie de fortaleza que entra hacia el mar que es bastante bonita para dar un paseo. Luego, hay un hotel de 5 estrellas muy alto (el único edificio alto de la isla) que tiene un restaurante en el último piso con unas vistas al mar que flipas. El restaurante es carillo para ser Lanzarote, pero comparado con Madrid es parecido.
Famara: playas guays sobre todo para hacer surf. (Parque de los cactus)
Otros consejillos:
Comida: pescado típico: Vieja (ya os lo he contado arriba) y Cherne (es de la familia del mero y todos esos); papas arrugadas y mojo (un clásico) ; lapas (yo las comería solo en "Plácido" en el Golfo), son como mejillones pero más durillos; Cabrito frito: todo un clásico de la isla, como os decía arriba, en Femés está muy rico pero es un plato que podéis encontrar en más lugares; flan: no sé por qué hay mucho flan casero por ahí, muy rico. Normalmente lo ponen con nata pero podéis pedirlo sin nata;
Vino: vino blanco en general: personalmente el que más me gusta es el Bermejo (que os decía más arriba también) y también es mítico el Vino de Yaiza.
Cuándo no ir a la playa: en la medida de lo posible intentad encajar vuestros planes para ir a la playa entre lunes y viernes porque hay menos gente. El fin de semana podéis hacer otros planes que no impliquen playa.
Compras: lo que sigue saliendo barato en Canarias además del tabaco son las colonias y perfumes.
Qué os divirtáis!!

Alicia imprimió los apuntes y se los puso dentro de un libro en la maleta. Ella y su marido siguieron todas las indicaciones de Jorge, menos la del cabrito, porque no comían carne.
Gracias a Jorge no sólo disfrutaron ellos, sino que lo hicieron también sus amigos, los que iban yendo a Lanzarote, pues Alicia, antes de que salieran de viaje, les enviaba un correo con los apuntes.
Si Jorge supiera que su borrador había dado la vuelta al mundo estaría la mar de contento, pensó Alicia una tarde mirando las fotos de Lanzarote.